La muerte es un proceso terminal que consiste en la extinción de la
vida de todo ser animado. Es algo que nadie puede evitar, tal vez por ello es
que no escapa de la fascinación humana en cultura alguna.
La muerte se ha
convertido en tema de las diversas artes. Ejemplo es el cuento “El ahijado de
la muerte” de los hermanos Grimm, posteriormente reinterpretado por Bruno
Traven en su cuento “Macario”, mismo que fue llevado a la pantalla grande en la
película del mismo nombre y protagonizada por Ignacio López Tarso.
Para muchos es tabú, algo
de temer y el fin de toda posibilidad; esta es la interpretación inmanentista y
atea. Para otros, los trascendentalistas y, por tanto adeptos a cualquier
religión, es el inicio de una nueva y mejor vida.
A lo largo de la
historia de la humanidad el ser humano ha imaginado a la muerte de diversas
maneras, tocando a los artistas plasmarla como se la han imaginado las diversa
culturas, sea como una bellísima dama de negro y de semblante triste, como el
carretonero que transporta cadáveres, o la más recurrente: un esqueleto humano
armado con una guadaña con la que siega las vidas.
En
nuestros días, caracterizados por el constante bullicio, ausencia de
espiritualidad, exaltación de los valores materiales, el lucro y la comodidad,
la muerte se ha ido intelectualizando. El nuevo concepto de eternidad significa
permanecer en la memoria colectiva de aquellos a quienes influimos y un rechazo
a la trascendencia metafísica. La
medicina investiga cómo prolongar cada vez más la vida y burlar a la muerte.
Sin embargo, hay un sector social que día a día se acrecienta, que ha
interpretado a la muerte desde el enfoque religioso, surgiendo así el culto a
la santa muerte.
EL CULTO A LA
MUERTE.
Los mexicanos tenemos
una doble herencia cultural: propia e indígena la una, adquirida y europea la
otra. Ambas encierran en sus rasgos sociológicos la religiosidad, misma que fue
aprovechada por los evangelizadores para cambiar el sentido a las prácticas
religiosas de nuestros antiguos mexicanos surgiendo así el mestizaje cultural.
El
tema que aquí nos atrae es el de la muerte, y en este, cada cultura aportó lo
suyo. El origen del culto a la muerte muestra detalles de un sincretismo entre
distintos elementos del culto prehispánico por los muertos y de la iglesia
católica que a su vez recibió influencia de las culturas grecorromana y
semítica.
Las raíces de la
creencia datarían entonces de la época prehispánica, bajo el nombre de Mictlantecuhtli
y Mictlantecihuatl como el dios y diosa de la muerte, la oscuridad y el Mictlán
o "región de los muertos". A este lugar iban los hombres y mujeres
que morían de causas naturales. Pero el camino no era fácil. Antes de
presentarse ante el Señor y Señora de la muerte había que pasar numerosos
obstáculos; piedras que chocan entre sí, desiertos y colinas, un cocodrilo
llamado Xochitonal, viento de filosas piedras de obsidiana, y un caudaloso río
que el muerto atravesaba con la ayuda de un perro que era sacrificado el día de
su funeral (Xoloizcuintl).
Era tradición honrar a los dueños del
inframundo con ofrendas. Y también eran invocados por todo aquel que deseaba el
poder de la muerte. Esto detalle son importantes ya que con el tiempo estas
ofrendas y dichas invocaciones seguirían presentes en los altares de la Santa
Muerte.
Tal vez por estos
actos, los aztecas crearon las guerras floridas para hacer prisioneros que
serían sacrificados en la pirámide y cuyas calaveras posteriormente irían a
formar parte del tzompantli
De la nueva religión
recibimos el culto a los fieles difunto los días 1 y 2 de noviembre, donde la
tradición católica consistía en orar por las almas de aquellos cristianos que
habían precedido en la fe, encendiendo por ellos una luz (vela, cirio...) para simbolizar
la “luz de Cristo que ilumina a todos”.
Al mezclarse dichas
tradiciones, surgen las coloridas fiestas del “día de muertos” que han dado
renombre a nuestro País a nivel internacional. Son de reconocerse las de:
Pátzcuaro en Michoacán, Valle de Bravo en México, Xochimilco en el D.F.
Esta herencia cultural
nunca desapareció, se mantuvo latente ya sea explícita o implícita, de tal
suerte que en la década de los noventas del siglo pasado, resurge el culto a la
muerte bajo el nuevo contexto que nos otorga el neoliberalismo: desesperanza,
carestía, marginación pobreza delincuencia, opresión, inseguridad (secuestros,
robos, tráfico de drogas, ajustes de cuentas, negligencia de las autoridades)
que conducen a un vacío existencial, y el mexicano se siente en el abandono y
con la necesidad de asirse a algo para tener una seguridad, y ante la crisis
social que también afecta a la religión cristiana en todas sus acepciones, los
sectores sociales en estas circunstancias encontraron en esta pseudoreligión
ese soporte que le da seguridad, pues como reza la conseja popular, “la muerte
es justa y no hace distinciones”.
No hay una certeza de
dónde comenzó dicho culto, unos dicen que en Veracruz, otros que en Tepito,
otros que en el estado de Hidalgo. Lo cierto es que para el 2003, la
autodenominada Iglesia Santa Católica Apostólica Tradicional Mex-USA (ISCAT
Mex-USA difundió el culto a la imagen de la Santa Muerte. Dicen los entendidos
que para poder competir con la Iglesia Católica, necesitaban una figura
femenina que ocupara el lugar que en esta ocupa la Virgen de Guadalupe. El
líder de la ISCAT Mex-USA o “Iglesia de la Santa Muerte”, David Romo es
detenido por la PGR por secuestro y posteriormente a la iglesia le fue retirado
el registro como tal en el 2005, pero el culto prevaleció, siendo los más
seguidores: los delincuentes, narcotraficantes, prostitutas, luego se
popularizó hacia políticos, sanadores, adivinos, comerciantes, jueces,
policías... y ahora mucha gente común, de tal manera que de México se ha
extendido a América Latina y algunos lugares del resto del mundo.
La interpretación de la
muerte por sus adoradores es en dos rostros, a semejanza de Mictlantecutli y
Mictantecihuatl: la Santa Muerte es dual, los rostros de la bondad y el de la
maldad, que se mezclan bajo la capota que cubre su cráneo. Le dicen Niña
Blanca, y también le dicen Niña Negra, la Señora, santísima señora, la Niña, la
Santa Muerte, la Novia. La invocan, en su desesperación, lo mismo enfermos que
prevaricadores, desamparados y salteadores, y va al encuentro de las víctimas y
de los verdugos. Esta figura popular recibe peticiones de amor, afectos,
suerte, dinero y protección, así como también peticiones malintencionadas y de
daño a terceros por parte de sus fieles. Se le han creado altares, templos, sus
seguidores se hacen tatuajes de ella...
POSTURA DE LAS IGLESIAS
Las
diversas iglesias de índole Cristiano como la católica, ortodoxa, bautista, presbiteriana,
metodista, entre otras, rechazan y condenan su veneración, considerándola diabólica,
pues sostienen que cuando Cristo resucitó al tercer día, la venció para
quitarle su poder sobre la humanidad y así podamos tener resurrección
juntamente con Cristo (1 Corintios 15:21-22.), (Apocalipsis 20, 13-14). En este sentido en la Iglesia
Ortodoxa hay un himno que se canta en Pascua que dice: “Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su
muerte y otorgando la vida a los que yacían en los sepulcros”
Otro argumento para
rechazar dicho culto es que, cuando la Iglesia ora por sus fieles invocando una
“santa muerte”, se refiere a que pide "morir en amistad con Dios", en
el caso de que el enfermo se encuentre en estado terminal.
En conclusión, el culto a la denominada
“Santa Muerte” es una inversión del sentido religioso y no puede considerarse
propiamente como una religión, ya que esta es re-ligar, es decir, volver a unir
lo que antes estuvo unido y luego se separó, esto es, lo humano y lo divino,
por eso, para el Cristianismo, Cristo, el Dios y Hombre es quien establece esa
unión antes rota. Y en el caso del culto a la muerte no hay esta re-ligación.
También es una
inversión del sentido religioso porque las religiones propiamente dichas tiene
como fin conducir al hombre al valor de lo bueno a través de dogmas, moral
religiosa y prácticas de culto, hecho que tampoco se da en la manifestación de
religiosidad por la muerte. Venerar a la muerte es ir hacia el lado opuesto de
las religiones propiamente dichas.
La añoranza de una
religiosidad ritualista tanto de antaño como del mismo catolicismo antes de sus
reformas a partir del Concilio Vaticano II, a partir del cual la Iglesia
Católica se ha secularizado perdiendo su solemnidad. Y la inclinación natural
del humano a dicha religiosidad, le ha llevado a encontrar en este pseudo-culto
el ritualismo perdido.
En este caso sí
aplica la tesis de la filosofía atea
“Dios no creó al hombre, el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza." (Friedrich
Nietzsche). Ante las circunstancias socioculturales antedichas y esa añoranza
por el ritualismo, el mexicano ha creado esta forma de religiosidad venerando a
la muerte, ya que las creencias permanecen, los ritos cambian.
FUENTES CONSULTADAS:
Culto a la muerte. Iglesia Católica Tradicional México-EEUU. http://cultomuerte.blogspot.mx/p/iglesia-catolica-tradicional-mexico.html
Conociendo a la santa muerte. Historia
de su origen. http://misantamuerte.galeon.com/productos2080436.html
Letropolis. El ahijado de la muerte.
Hermanos Grimm. http://www.letropolis.com.ar/2005/10/05_grimm.htm
Traven, Bruno, MACARIO. Selector.
2003. También en: http://books.google.com.mx/books?id=SJTnxCq8jgwC&printsec=frontcover&dq=macario+bruno+traven&hl=es&sa=X&ei=lUPKUfbRA8i4yAGs34Eg&ved=0CC8Q6AEwAA
El culto a la “Santa Muerte” México. http://ocelocuautli.blogspot.mx/2012/11/el-culto-la-santa-muerte-mexico.html
IMÁGENES
EMPLEADAS:
Disco Solar con el dios de la Muerte.
Plaza del Sol, Teotihuacan, 400 dC. Piedra. 105 x 110 x 45 cms. Museo Nacional
de Antropología.
El sincretismo religioso en un
escaparate de una tienda departamental de autoservicio.
Crucifijo Bizantino que contiene un
cráneo a los pies de Cristo, con lo cual se simboliza que Cristo venció a la
muerte.