La
localidad de Calpulalpan (del
nahuatl: calli, casa y pan, en “En
las casas”) está situada en el Municipio de
Jilotepec, en el Estado de México. Está a 2700 metros de altitud, el clima
predominante es templado mesotérmico, con una temperatura media anual de 14ºC.
Se encuentra en las coordenadas: Longitud: -99.635833,
Latitud: 20.055556.
Es un pueblo antiguo, aunque no
tengo su fecha de fundación, parce ser que fue habitado en su origen por grupos
otomíes, así lo atestigua la aun vigente tradición xita; y que seguramente
sufrieron la conquista mexica, eso nos lo dice el topónimo.
No es mi interés hacer una
narración histórica del pueblo, lo que aquí me atrae es hacer una breve reseña
de la ex hacienda “Calpulalpan”, misma que he de fundamentar en el libro de
Iñigo Laviada (1984): “Vida
y muerte de un latifundio”, de editorial Porrúa, México.
“A
partir de 1693, el marqués de la Villa del Villar del Águila creó un latifundio
integrado por tres grandes haciendas: La Goleta, San Antonio Tula y San José
del Marqués... Se fraccionó, se reintegró de nuevo y acreció con la
incorporación de las haciendas de Calpulalpan y Tandejé, colindantes”.
Cofradía del Santísimo, dueña de
la hacienda desde 1810 a 1856.
“Por
la época de la independencia nacional cayó sobre los moradores de Calpulalpan
una epidemia que causó tantos estragos que solo quedaron unos cuantos
individuos; que estos, creyendo que también iban a perecer, resolvieron ir a la
parroquia de Jilotepec a entregarle al cura las imágenes de los santos y
encargarle también el cultivo de las tierras del pueblo... (esto)
permite suponer que los superviviente pudieron donar sus tierras en
agradecimiento al Santísimo Sacramento por haberlos sanado”,
“Los
descendientes de los supervivientes pidieron al cura que devolviera las
imágenes y las tierras del pueblo. Devolvió las imágenes pero negó restituir
las tierras alegando que sus antepasados las habían donado a la Iglesia. Así se
creó la hacienda de la Cofradía del santísimo, cuyos ingresos se destinaban al
sostenimiento del culto de aquella congregación o hermandad de fieles devotos
del Santísimo Sacramento, administrados por un mayordomo electivo. Tal hacienda
tenía 3,004 hectáreas de superficie”.
José Guadalupe Huitrón, fue jefe
político de Jilotepec, dueño de la hacienda desde 1856 a 1870.
“Al
publicarse la ley de desamortización del 26 de julio de 1856, José Guadalupe
Huitrón, el potentado de la región y hombre sin escrúpulos, denunció al
gobierno liberal la existencia de tal finca eclesiástica y solicitó que se la
adjudicaran. El gobierno de la unión le concedió la adjudicación que se
formalizó por escritura pública de fecha 19 de septiembre de 1856, ante el juez
de letras del partido de Jilotepec, Lic. Joaquín Escalante, suscrita por Miguel
Limón, Mayordomo de la Cofradía del Santísimo. El precio fue de $12, 607.00”.
“José
Guadalupe Huitrón poseyó la hacienda hasta su muerte. Criaba ganado y alquilaba
pastos. Para borrar el recuerdo del despojo a la iglesia, cambió el nombre de
la hacienda que fue llamada Calpulalpan, como el pueblo”.
Rosario Huitrón de Ezeta, dueña
de la hacienda desde 1871 a 19??
“Por
escritura de división de bienes ante el escribano Anastasio Molina de
Jilotepec, el 24 de octubre de 1871 heredó la hacienda Rosario Huitrón de
Ezeta. El 23 de noviembre de 1891, más de 50 vecinos del pueblo de Calpulalpan
demandaron ante el juzgado de Jilotepec el apeo y deslinde de sus propiedades
comunales otorgadas por la corona española, para lograr su reivindicación.
Ezeta se opuso exhibiendo los títulos de su esposa y logró el sobreseimiento.
Posteriormente, a fines del siglo los campesinos presentaron otra demanda que
tampoco prosperó”.
“Manuel
Ezeta y Rosario Huitrón heredaron la hacienda de Calpulalpan con la mayor parte
de la fortuna de don José Guadalupe. En 1889 terminaron la construcción de la
casona neoclásica de Jilotepec que habitaron hasta su muerte. Ahora es el
palacio municipal.” Antes vivían en Calpulalpan con
sus hijos.
Hermanos Ezeta Huitrón: 19??-1911
Por sucesión, recayó la propiedad
de la hacienda en los hijos de Rosario y Manuel: Alfredo, Leopoldo y Alfonzo
Ezeta Huitrón. También heredaron la casa de Jilotepec; “pero no fueron buenos
administradores y la fortuna se redujo con rapidez. Ante el peligro de
bancarrota y las ofertas de José G. Escandón Pliego... los hermanos Ezeta le
vendieron esta hacienda”.
José G. Escandón Pliego:
1911-1914.
Antonio Escandón Estrada, español
llegado a México, se dedicó al comercio de ganado, para lo cual rentaba ranchos
en las haciendas del latifundio para engordarlo, hasta que se requiriera en el
mercado de México. Fue así como conoció a José Guadalupe Huitrón. También fue
prestamista, y con estas actividades acumuló gran riqueza. Luego se convirtió
en latifundista al adquirir las haciendas de San Antonio Tula, La Goleta y san
José del Marqués a consecuencia de sus actividades de comerciante en ganado y
prestamista. Se casó con Carmen Pliego y Pliego y procrearon ocho hijos:
Concepción, Agustín, Ignacio, Vicente, José Gabriel (o José Guadalupe), Teresa,
María y Refugio.
El 22 de febrero de 1881 fundó en
sociedad con sus cuatro hijos (Agustín, Ignacio, José Gabriel y Vicente
Escandón Pliego) una compañía de ganancias, que fue disuelta en para crear la
compañía “Antonio Escandón Sucesores S. en E. N. C. José Gabriel (a) Don Pepe,
se hizo cargo de la administración de la sociedad.
“En
1911, cuando ya se agitaba los fermentos revolucionarios en todo el país, José
G. Escandón compró a nombre propio la hacienda Calpulalpan de los hermanos
Alfredo, Leopoldo y Alfonzo Ezeta Huitrón. Lindaba: al oriente y sureste con La
Goleta y al norte con Arroyo Zarco. La superficie era de 3,004 hectáreas. Su
casco estaba en proceso de construcción”.
La reforma agraria:
“La
revolución y la reforma agraria abatieron los negocios agrícolas de los
Escandón. Las cinco haciendas integrantes del latifundio sufrieron afectaciones
agrarias sucesivas hasta quedar reducidas a su mínima expresión”.
“Antes del porfiriato, se arrendaban
los terrenos de pastizales para ganado. El casco de la hacienda tenía dos
pisos. Junto al zaguán estaba el despacho y un garitón en el cual había un
calabozo sin ventanas al cual se entraba por el techo. En ese lugar se
castigaba con encierro a los campesinos rebeldes o ladrones. Había además diez
casas de trabajadores.
Se cultivaba maíz, trigo, cebada,
maguey, ganado vacuno Durham, se hacía queso.
Durante el movimiento revolucionario,
el ganado se vio mermado por el paso de las huestes revolucionarias, y en 1914
los campesinos del lugar se apropiaron del ganado restante en ejecución de la
restitución de tierras que les otorgó el general Francisco Coss. Ya que habiendo
acampado en Calpulalpan los generales Constitucionalistas J. Agustín Castro,
Pablo González, César López de Lara y Francisco Coss. “Fueron recibidos por los campesinos
del lugar quienes, liderados por Rosalío Sanabria, Cipriano y Pedro Vázquez...
pidieron a los generales la restitución de las tierras” a lo que accedió Coss el 3 de agosto de 1914, pero sin otorgar
documento. Rosalío Sanabria y Cipriano Vázquez se apoderaron de la hacienda y
fungieron como patrones; pero “a
pesar de la subordinación de los líderes, el pueblo recobró informalmente, por
la fuerza de las armas, lo que había sido suyo por varios siglos. Pero al no
tener documentos gubernamentales que probasen sus derechos, el 15 de enero de
1915, el 25 de octubre del mismo año y el 30 de noviembre de 1916 solicitaron
formalmente a la Comisión Local Agraria la restitución de sus tierras que ya
poseían”.
“El
17 de octubre de 1917 el gobernador del Estado confirmó la posesión en calidad
de restitución...” pero “en el Diario Oficial del 28 de
junio de 1927 se publicó la Resolución Presidencial que rechazó la restitución
por falta de pruebas, pero otorgó las 3,004 hectáreas en dotación agrícola al
pueblo de Calpulalpan”.
Ignoro cuándo comenzó la
destrucción de la casona que conformaba el casco; pero hoy se mira totalmente
en ruinas. Algunos muros aún están de pie, se aprecian algunos cuartos, todo
lleno de follaje, basura y desechos de algunos enseres escolares, pues el
predio de la casa fue otorgado para la construcción de la escuela preparatoria
del lugar. Un cuarto aún tiene el techo que consiste en bóvedas de cañón de
ladrillos sobre rieles de ferrocarril. En otro se aprecia parte de terrado
sobre vigas, y por doquier se miran piedras desperdigadas, unas labradas y
otras no, pero supongo que no corresponden a la totalidad de la construcción.
También son perceptibles algunos fragmentos de cimentación y algunos
empedrados. Los árboles del frente poseen su derruido rodete.
La
calle que pasa frente a estas ruinas, corresponde a lo que fuera el camino real
de tierra adentro, es una calle bastante amplia, pero ya no se aprecia el
empedrado pues o se ha destruido o ha quedado bajo el asfalto que se ha
colocado en parte de ella.