martes, 24 de diciembre de 2013

Ex hacienda de San Antonio Tula

La localidad de San Antonio Tula está situada en el Municipio de Tula de Allende, en el Estado de Hidalgo, corresponde al ejido de  Michimaloya. Se encuentra en las coordenadas: Longitud: -99.431389, Latitud: 20.081111.Es un pueblo pequeño, a poco más de medio kilómetro de la estación de trenes “terminal ferroviaria Tula”, que se ha levantado sobre las ruinas de lo que en otro tiempo fuera el casco de la próspera hacienda del mismo nombre, por lo que es común mirar muros antiguos entre sus construcciones, aunque lo que queda del casco es propiedad de 4 familias, quienes, a su decir, han conservado lo que queda de las ruinas de dicha hacienda, de la cual pretendo hacer un breve relato o fundamentándome en el libro “Vida y muerte de un latifundio” de Iñigo Laviada. Porrúa, 1984.


“El 11 de octubre de 1769 adquirió Pedro Romero de Terreros, conde de Regla, vecino de Pachuca, las haciendas de San José (del Marqués) y San Antonio (Tula). San José en $42,285.00. San Antonio en 97,376.00.


Los linderos de San Antonio eran: al norte Macuá y La Joya, al oriente Michimaloya, al sur Tula y al poniente Xochitáln y la Goleta.
Estas haciendas fueron de la familia Romero de Terreros durante 94 años.


María Dolores Josefa Gertrudis (o simplemente Dolores), séptima hija del potentado Pedro Romero de Terreros, nació en México el 18 de febrero de 1765. Al morir su padre, heredó las haciendas de San José del Marqués y San Antonio Tula. Estas haciendas fueron tasadas en $87,424.00 más $1,611.00, en la documentación de la sucesión”.


María Dolores se casó con Vicente de Herrera y Rivero, y al poco tiempo enviudó heredando sus bienes. Cinco años después se volvió a casar, ahora con Manuel de la Pedreguera Morales. Dolores, al morir su hermana sin descendencia, recibió el título de marquesa de San Francisco, y con ello todos los bienes de su hermana.

Del matrimonio de los marqueses de San Francisco, María dolores y Manuel de la Pedreguera, nacieron dos hijos: Isabel Dolores, que se hizo monja y Manuel José Carlos Juan Bautista, quien heredó las haciendas de su madre, a la vez que el título de marqués de San Francisco en 1835.
La Marquesa y su hijo apenas conocieron sus haciendas, ya que no las visitaban.

“El 6 de agosto de 1850, Manuel de la Pedreguera hipotecó las dos haciendas a favor de Antonio Escandón Estrada (quien era su administrador en ambas haciendas y además comerciaba ganado, fue prestamista) para garantizar el pago de $30,000.00... El 6 de agosto de 1860 hizo otra operación hipotecaria a favor de Escandón por $17,000.00. El 21 de enero de 1861 atrojo otra hipoteca, otra más el 11 de febrero del mismo año, por lo que el 29 de abril de 1863 Manuel de la Pedeguera vendió a Antonio Escandón Estrada las haciendas de San Antonio Tula y San José del Marqués, la primera en $41,000.00 y la segunda en $30,000.00 que se pagaron con el importe de la deuda del vendedor.
 

Los linderos de la hacienda de San Antonio que en esta transacción se citan son: “al norte con las rancherías de Ajuchitlán, La Magdalena y Palo Alto, la hacienda de Endó y el pueblo de Tepetitlán; al oriente los pueblos de San Pedro y Santa María Dazxthó; al sur, pueblos de Santa María Daxthó y San Miguel; al oriente con el mismo pueblo de San Miguel, al norte con el mismo pueblo , Michimaloya y la hacienda de Tenjay; al sureste, la hacienda de Tlahuelilpan y los pueblos de San Andrés y Xoxhitlán; al sur la hacienda de la Magdalena; al sureste La Goleta y al noreste San José del Marqués; al norte, poniente y sur, Santa María Macuá y al poniente con San José del Marqués”.
La superficie de San Antonio se incrementó con la compra del rancho La Joya a Jesús Aranzolo, el 25 de septiembre de 1879, rancho cercano a Macuá y enclavado entre San Antonio Tula y san José del Marqués.

Para la segunda mitad del siglo XIX, la familia Escandón ya era dueña de las haciendas de San Antonio Tula, San José del Marqués, La goleta, Tandejé y Calpulalpan.


“Antonio Escandón Estrada dictó testamento el 10 de abril de 1882, designando como herederos a sus hijos María Concepción, José Agustín, José Vicente, José Ignacio, José Gabriel, María Teresa, María y Refugio. En este se designa como heredero de San Antonio al primogénito Antonio Escandón Pliego. El testador murió el 20 de mayo de 1897”.
A la muerte de Antonio, se creó la sociedad Antonio Escandón sucesor, S. en N. C., integrada por Agustín, Ignacio y José G. Escandón Pliego, que administraba las haciendas de San Antonio, san José del Marqués y la Goleta, haciéndose cargo de la administración, por su eficiencia, José Gabriel, quien además administraba como anexa a San Antonio la hacienda de Tandejé. También adquiere por compra para la sociedad el 31 de enero de 1899, la hacienda Punteros, entre Zacatecas y San Luis Potosí.

La revolución y la reforma agraria abatieron los negocios agrícolas y ganaderos de los Escandón. Sus cinco haciendas sufrieron afectaciones agrarias sucesivas hasta quedar reducidas a su mínima expresión; pero lo poco que quedó, años después fue expropiado para ampliaciones ejidales. José G Escandón agobiado por las afectaciones sufridas en San Antonio Tula y la agresividad de los ejidatarios, entregó la administración de dicha hacienda a Salvador Herrasti, yerno de la propietaria, Rosa Márquez de Escandón. Simultáneamente con la muerte de sus haciendas, falleció José G. Escandón el 23 de febrero de 1937 habiendo heredado en vida a sus hijos.

La hacienda de San Antonio era productora de maíz, trigo, frijol, cebada, pulque, alfalfa, pasturas (paja y zacate), madera, carne y ganado en pié. Contó con máquina de trillar, había escuela para los campesinos, que se suprimió en 1882, tienda de raya. Dejó de producir en 1936.


Durante los primero años del siglo XX, el casco de la hacienda fue asaltado y saqueado en varias ocasiones. Las campanas de la iglesia fueron robadas y colocadas una en la iglesia de Xochitlán y otra en la de Xitejé. Los habitantes de la Estación y de la hacienda demolieron el casco “para evitar que regresaran los hacendados”, tumbaron los techos, las pilastras, los arcos de los portales, los marcos de las puertas y de las ventanas de cantera labrada. Cada campesino vendía por su cuenta los materiales de la demolición. Vendieron los árboles.

A partir de la demolición del casco, se inició la emigración de los habitantes y ejidatarios de la hacienda y la estación de tal manera que hoy solo cuenta con 101 habitantes, según la página “Pueblos América” (http://mexico.pueblosamerica.com/i/san-antonio-tula/).

Lo que fue el palaciego casco de la hacienda son hoy solo ruinas, se aprecia parte de lo que fue la era, donde ha sido construida una cancha de basquetbol, un arco con la fecha 1869, de los 10 que conformaban el portal y la pequeña capilla que solo se abre cuando hay alguna celebración religiosa.

En el centro de la plazuela un quiosco y un busto de don Francisco I, Madero quien seguramente no imaginó esta destrucción a partir de la revolución que él inició, pues él mismo, su familia y la familia de su esposa eran latifundistas.

Frente a la plazuela la calle correspondiente al camino real que conducía de Tula a Zacatecas, correspondiente a parte del camino real de tierra adentro. De este camino, una derivación conduce hacia la hacienda de La goleta, hoy transitable y otro hacia San Miguel (de la Victoria) y de ahí a Calpulalpan.

2 comentarios:

  1. Muy interesante en verdad, voy a tener que comprar el libro que menciona; estaba buscando información ya que hay un camino empedrado (y abandonado) en medio del cerro y paralelo a la vía vieja del tren desde el poblado de Michimaloya que llega precisamente a esta hacienda y me intriga mucho el motivo. Saludos.

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  2. Me llaman mucho la atención estos temas y me gustaría saber si podrías proporcionarme una copia del libro vida y muerte de un latifundio, te lo agradecería mucho.
    mosquito_uribe@hotmail.com

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