Se entiende por hacienda a una finca agrícola de gran tamaño, de carácter latifundista, con un núcleo de viviendas, normalmente de alto valor arquitectónico. Como sistema de propiedad fue de origen español, concretamente andaluz, pero el modelo fue aplicado en a América durante la época colonial.
La hacienda de Santa María de Guadalupe, alias Doxichó, correspondió a lo que hoy es la comunidad con este nombre, en el municipio de Jilotepec y mucho más, se localiza en las coordenadas:
longitud: -99.556944 y Latitud: 19.929167
El
vocablo significa: “Piedra del sauz”, "del otomí: Dexhizo, que se descompone en Do: piedra; y Xhizo: sauz (Olaguibel y Peñafiel. Diccionario toponímico geográfico del Estado de México).
En este escrito no es la intención hacer una descripción detallada del poblado, sino que únicamente me habré de referir la información recavada de los protocolos conservados en las fichas catalográficas del documento citado. Este documento lo he podido consultar tanto en el Archivo General de Notarías del Estado de México, como en la Biblioteca Central de Toluca, en el Centro cultural Mexiquense. Se divide en dos tomos que contiene las fichas catalográficas de los protocolo registrados en la Notaría número 1 de Jilotepec (única entonces) desde 1696 hasta 1808, es decir, comprende parte del siglo XVII, todo el XVIII y los primeros años del XIX.
De la información recabada, se obtiene que el primer dueño citado de dicha propiedad es Juan Cristóbal del Castillo y posteriormente a su hijo Antonio Miguel quien aparece como tal en 1712; este a su vez es mayordomo de la cofradía del Santísimo Sacramento (a veces se cita “Cofradía de nuestra señora de los Dolores)[1] y fundador de la capellanía de San Francisco. Ambos debieron ser personas de reconocimiento en el entorno ya que a menudo aparecen como apoderados de diversas personas para llevar sus asuntos legales.
La familia Castillo fue dueña de la hacienda de Santa María de Guadalupe Doxichó, durante los siglos XVII, XVIII y XIX, durante cuatro generaciones. La familia se conformó así: Juan Cristobal del Castillo es padre de Antonio Miguel Castillo y Zúñiga quien se casa con Felipa Trejo, procrearon a Antonio Gregorio (o Antonio Miguel), Rosa María, Micaela, Josefa Casimira, Antonia, María Gertrudis, Gregoria, Juan Dionisio y Luis Antonio. A la muerte de Antonio y Felipa, a mediados del siglo XVII, se convierten en sus albaceas y herederos; pero no sé por qué razones, no se reparten la herencia, tal vez para no dividir la hacienda. La repartición será muchos años después.
Desde 1716, Antonio del Castillo compra ranchos por los alrededores: en San Francisco Soyaniquilpan, en Jilotepec, En Acambay, en Chapa de Mota, en Villa del Carbón, en San Agustín, en Canalejas, acrecentando con esto la hacienda; pero la extensión territorial no es continua, sino que posee muchos ranchos diseminados.
Sus hijos también debieron ser gentilhombres, pues al igual que don Antonio Miguel, son nombrados albaceas o apoderados legales de diversas personas. El primero en aparecer con estos encargos en Antonio Gregorio, pero también destacan posteriormente, Juan Dionisio y su hijo Juan Lázaro. Entre familiares mismos también se otorgan poder para llevar sus asuntos legales.
Así como compran tierras, también mercadean con las que tienen, vendiendo ranchos o regenteándolos, así está la venta, en 1778, del rancho el Quinte, de San Francisco Soyaniquilpan, al Marqués de Villar del Águila, dueño de la hacienda de la Goleta y el rancho “Ondiga” en el partido de Acambay a Diego de Navarrete. Entre la familia misma también se da el acto de compra venta.
Antonio Gregorio del Castillo se convierte en albacea y apoderado de sus hermanas, aunque este cargo pasará después a Juan Dionisio y más tarde a Juan Lázaro. Este Antonio se casa con María Guadalupe y engendran a José, Francisco, Justa y Josefa.
Antonio Gregorio del Castillo se convierte en albacea y apoderado de sus hermanas, aunque este cargo pasará después a Juan Dionisio y más tarde a Juan Lázaro. Este Antonio se casa con María Guadalupe y engendran a José, Francisco, Justa y Josefa.
Rosa, Josefa Casimira, y Antonia permanecieron doncellas.
Micaela procreó a Ana Polonia, María Josefa de Jesús y a Luis.
María Gertrudis se casó con Felipe del Castillo pero se dejaron habiendo procreado a María Bárbara, Antonia Silveria y a Vicenta Luisa. Nombra como su apoderado legal a su sobrino Juan Lázaro. De sus hijas, Antonia Silveria se casa con José Barreda; Vicenta Luisa con Antonio Vicente Mirada y estos engendran a Vicente.
Gregoria Josefina casó con José Mendieta y procrearon a Bernardo y María Manuela.
Juan Dionisio, que en 1774 es apoderado de los integrantes de la cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, procrea a Juan José y Juan Lázaro, ambos aparecerán continuamente como personas dotadas de poder para llevar asuntos legales, ya sea de la familia o de fuera de ella. Destaca que junto con su hermano Antonio Gregorio, fueron cabezaleros de los de Canalejas para llevar un litigio que mantuvieron contra los de San Lorenzo.
Juan Lázaro será quien reparta finalmente todos los bienes a los herederos o sus sucesores hasta 1785, pues poco a poco fue nombrado apoderado de sus tíos, primos y hermanos, y de varios de ellos su heredero, por lo cual se convertirá más tarde en el único dueño, por lo que si la hacienda se había desmembrado, es Juan Lázaro quien la vuelve a unificar. Se casó con María Antonia Romero, a quien deja viuda, por lo que esta, en 1792, es dueña de la hacienda en consorcio con sus hijos menores, de los que es tutora. Seguramente no pudo llevar la hacienda, ya que en 1802 don de Juan Francisco Durán es dueño de la hacienda de Nuestra Señora de Guadalupe Doxhichó, que la obtuvo por remate en $5,261 pesos, 2 reales 10 granos, este tiene como apoderado al Sr. Francisco Javier Beña, natural de los reinos de Castilla, vecino de Querétaro; y a partir de 1803 Francisco Javier Beña, aparece como dueño de la hacienda y se ha avecindado en ella.
En los últimos protocolos, entre 1807 y 1808, se cita a la hacienda como colindante de algunos ranchos y pueblos, así están: el rancho de Las Manzanas, el rancho Buen día, y el pueblo de San Lorenzo.
Entre los notarios o escribanos ante quienes se realizan tales actos están: Fernando Díez de Molleda ( 1712 a1716), Manuel Colomo (1717), José Manuel Bayeto (1761), Francisco Sánchez (1774), Manuel José de los Ríos (1764 a 1766), Juan de Verroja Albiz (1778 a 1781), José Manzanedo (1783), Fernando Bueno (1784 a 1786), Joaquín Gómez de Cosío (1784), Rafael guerra (1792), Alonso de Valenzuela y Aguilar (1794). Aclaro que los años que se citan no marcan todo el periodo que ejercieron como notarios, sino que solamente son aquellos en los que se practicaron los protocolos.
Para finales del siglo XIX y principios del XX, aparece como proietario de ésta hacienda El Sr. Agustín Espinoza, (Antonio Hutrón Huitrón. Monografía municipal de Jilotepec) que también lo es de la hacienda de Arroyo Zarco, en Aculco, siendo el administrador el Sr. Marciano Carrasco Espinoza, originario de Otumba, quien muere en 1920. Le sustituye en la administración su hijo Gonzalo Carrazco Madrigal , quien en 1924 se casó con Dolores Bassols García-Teruel (hermana de Narciso Bassols García-Teruel) el 20 de mayo de 1924, instalándose el matrimonio en dicha hacienda , donde le nacen sus tres hijos mayores.
Sr. Gonzalo Carrazco Madrigal, con su hija Dolores.
(Información y fotos proporcionadas via e.mail por Martha Beatríz González Mendoza)
Posteriormente fue la escuela Telesecundaria "Francisco I Madero", luego bodegas del municipio. Hoy solo ruinas, solo subsiste lo que fue la capilla, pues es el templo del lugar. En lo que fue la casa se ha levantado algunas viviendas por lo que se aprecian muros antiguos combinados con las nuevas técnicas de construcción. Se encuentran aún en pie los arcos del portal, y los muros de los graneros, uno de los cuales posee una escalera de doble entrada que conducía al tapanco, hoy inexistente. Algunas de sus ventanas aún conservan las rejas de protección.
[1] Prestaban dinero a rédito y adquiría propiedades. Esta cofradía adquirió rancho junto al hoy pueblo de Buena vista, que se le identificaba como “la propiedad de la comunidad del Espíritu Santo” con el tiempo, hasta hoy, solamente se le denomina “La Comunidad”.
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