El indígena Conin, Ko-ni o Conín (palabra otomí que significa ruido), nació en el último tercio del siglo XV en Nopala, provincia de Jilotepec, hoy estado de Hidalgo. Cacique otomí de Xilotepec que desde antes de la caída de la Gran Tenochtitlán comerciaba y traficaba con las tribus chichimecas en La Cañada en Querétaro y sus alrededores, por lo cual mantenía buenas relaciones con ellos.
Hacia 1529, Hernando Pérez de Bocanegra era encomendero en Apaseo y entró en contacto con Conín, quien para entonces ya se había establecido en La Cañada, a poca distancia de Querétaro. Acompañaba a Hernán Pérez de Bocanegra, Juan Sánchez de Alanís, que era un joven de 20 años, que conocía la lengua otomí, y que se propuso convertir a Conín al cristianismo. Al comprobar las buenas disposiciones de Conín, Hernando Pérez de Bocanegra llevó a La Cañada a franciscanos de la provincia de Michoacán, que terminaron la instrucción catequética de Conín y bautizaron a los otomíes de esa población. Los otomíes se convirtieron en los principales aliados de los españoles en su lucha contra los chichimecas. Los caciques otomíes ganaron prestigio, privilegios y tierras a cambio de su apoyo para la defensa de los caminos de la plata que ligaban a la ciudad de México con los nuevos centros mineros de Zacatecas y Guanajuato.
La historia habla de que para extender los dominios de la Corona, y con la colaboración del jefe español Hernán Pérez y del cacique otomí ya españolizado, Nicolás de San Luís Montañez, descendiente de los reyes de la Gran Provincia de Xilotepec y Tula, a la postre Capitán General de Entradas, cuando los militares españoles habían logrado dominar la región del señorío otomí de Xilotepec, lugar donde se planeó la conquista y pacificación del territorio queretano, piden ayuda a Conin para que convenciera a los indígenas de dejarse conquistar sin violencia, para evitar una guerra.
En 1530, Conín se unió a Nicolás de San Luis Montañez, su pariente político, y juntos, con la ayuda de mexicanos, tlaxcaltecas y españoles, formaron un ejército de unos 500 hombres con el fin de pacificar y cristianizar las tierras bárbaras de los chichimecas, y las que corresponden, aproximadamente, al actual estado de Querétaro. La leyenda se cubre con el oropel de la fantasía religiosa para la evangelización: refiere un combate entre 60,000 hombres sin armas, a mano limpia, proseguido de un eclipse, de las apariciones de una cruz refulgente y de la figura galopante de Santiago Apóstol. Al alborear el 25 de julio de 1531, las huestes de Fernando de Tapia y Nicolás de San Luis Montañez, por un lado, y por el otro y las de don Lobo y don Coyote, jefes indígenas, iniciaron la contienda, se enfrentaron cristianos y gentiles, (todos indígenas) en la loma conocida con el nombre de Sangremal, y puestos en fila, en número igual de combatientes, se trabó de una y otra parte la lucha tan reñida, que llegaron a herirse a puños cerrados. Lo importante es la conquista de los otomíes de Querétaro gracias al apoyo de Conin, quien por este acontecimiento se le considera Cofundador del pueblo de Humilpan en 1529, de San Juan del Río y Querétaro en 1531 y la actual ciudad de Apaseo el Grande entre 1525 y 1538.
Otros personajes importantes que además de Conín participaron en la fundación, de la ciudad de Querétro, fue el propio don Nicolás de San Luis Montañés, don Juan Sánchez de Alaniz (que posteriormente diseñó la traza urbana de la ciudad) y fray Jacobo Daciano, de la orden franciscana; quien bautizó a los primeros indígenas Pames que abrazaron el Cristianismo en esta región.
En 1529 Después de la conquista de Querétaro, Conín fue nombrado Gobernador de la república de indios con lo que se convierte en Cacique, tras haber sido convencido por el encomendero Hernán Pérez de Bocanegra de convertirse al catolicismo. Fue bautizado por Juan Sánchez de Alanís, criado de Bocanegra, recibiendo el nombre español de Fernando de Tapia. Al bautizarse Conín, toma el nombre de Hernándo (Fernando) en agradecimiento a Hernándo Pérez Bocanegra por lo que había hecho por él; el apellido Tapia por don Andrés de Tapia, encomendero de Jilotepec, quien fue su padrino.
Fernando de Tapia llevó consigo a comunidades familiares otomíes de las regiones cercana a Xilotepec, para crear otros pueblos de agricultores en torno al camino de tierra adentro y gracias a su visión se convirtió en el otomí más importante y poderoso dentro del orden español, al grado de que el banco hipotecario más importante del Bajío fue de origen otomí. Como resultado de esta expansión, también se tuvieron las primeras migraciones importantes, pues indígenas de distintas zonas, sobre todo del centro de México y de Michoacán, también llegaron a Querétaro y reforzaron su importancia económica y comercial.
En 1550, Fernando de Tapia se convierte en Gobernador Vitalicio de Querétaro.
Fernando de Tapia contrajo matrimonio con Magdalena Ramírez, de origen otomí y sobrina de Nicolás de San Luis Montañez. Procrearon cinco hijos: Diego, Magdalena, María, Catalina y Beatriz.
Las hijas de Fernando de Tapia casaron con indios principales, caciques de comarcas circunvecinas, matrimonios con los que se establecieron alianzas para un mayor control de las zonas conquistadas. Catalina contrajo nupcias con Gaspar de Salazar, principal de Tajimaroa; Magdalena con Pedro Huitziméngari, de la estirpe michoacana; María con Miguel Ávalos, principal de Xilotepec y gobernador de Querétaro y Beatriz con Francisco de León, principal de Acámbaro y también gobernador de Querétaro. Todas enviudaron y de ninguno de estos enlaces se registró descendencia. Por lo menos tres de ellas no sabían leer y escribir el castellano.
Diego se casó dos veces; todo lo que se sabe de su primera mujer, es que era probablemente una india cacica nacida en Querétaro. Su segunda esposa la cacica María García, también había nacido en Querétaro. Doña María sobrevivió a Diego de Tapia, que murió en 1571, casi treinta años y finalmente se casó con otro funcionario indígena. Llevó muy pocos bienes a su matrimonio, tal vez porque había recibido tan solo una pequeña parte de la herencia de su esposo Diego de Tapia. Para la década de 1640, ya era dueña de una considerable extensión agrícola que Ella y su segundo esposo habían acumulado. Cuando hizo testamento conservó religiosamente la memoria de la familia Tapia, disponiendo que se dijeran misas por Diego de Tapia en el convento de Santa Clara y por una de sus hermanas en el convento de San Francisco. Aún cuando se había casado con dos indios importantes, que prácticamente vivían como españoles, Doña María nunca aprendió a hablar español, ni estableció fuertes relaciones con la comunidad española.
Las hermanas de Diego de Tapia tenían un mejor instinto para descubrir las oportunidades económicas que sus esposos. En particular Doña Beatriz y Doña María, las dos viudas y sin hijos allá por 1590. Concertaban numerosos contratos de negocios, aún cuando probablemente no hablaban español, ya que siempre comparecían con un intérprete.
De todas las hijas de Conín Doña Beatriz fue la única que trató de volverse a casar. Después de la muerte de su primer marido, Francisco de León, Gobernador de Acámbaro, Hizo un convenio con Miguel de Saucedo, inmigrante de Toledo, por medio del cual prometía llevar una dote de un tercio de sus bienes cuando se casaran; sin embargo posteriormente nunca aparece como su marido, sino como su fiador, y cuando Beatriz hizo su testamento en 1601 dejó un terreno a Doña Juana de Tapia, tal vez pariente, a quien se hacía referencia como la esposa de Saucedo. Las propiedades doña Beatriz se extendían en Querétaro y Apaseo. Con posteridad a su muerte muchas de ellas fueron destinadas a las capellanías.
Los intereses rurales de Doña María se inclinaban más hacia la ganadería que los de Doña Beatriz de Tapia. Las utilidades provenientes de las tierras de pastoreo y de la venta de ovejas eran mayores que las de las cosechas agrícolas. Para la venta de ganado Doña María utilizaba los canales de distribución que había establecido su hermano Diego. La extensión de sus tierras nunca llegó a ser tan grandes como los de Doña Beatriz. Era muy grande el total de propiedad de las tierras de la familia Tapia, que se extendían principalmente hacia el occidente, pero que incluían también tierras para pastoreo de ovejas al norte de San Miguel El Grande.
Diego de Tapia garantizaba los contratos de su hermanas y tomaba a su cargo sus deudas cuando no podían pagarlas. Las hermanas De Tapia siempre se sometían a la pericia de Diego su hermano en materia de finanzas. Le otorgaron poderes para cobrar adeudos, comprar y vender propiedades e iniciar procedimientos judiciales pues fue nombrado albacea de las herencias de sus hermanas.
La última heredera de los Tapia que aparece en los registros notariales fue Doña Luisa de Tapia, nieta de Conín, hija de Diego de Tapia. Nacida en 1590 y fallecida el 22 de septiembre de 1663, como monja, abadesa y patrona del cuarto convento más grande de La llamada Nueva España, con el nombre de María Luisa del Espíritu Santo. María Luisa de Tapia Nació hacia 1590, hija de Diego de Tapia y María García. Cuando quedó huérfana de madre fue llevada a la ciudad de México al convento de Santa Clara, donde convivía con las religiosas. La mayor parte de la vida de la nieta de Conín, Luisa de Tapia fue dentro de los muros del convento de Santa Clara en donde tomó el nombre de Luisa del Espíritu Santo Periódicamente aparecía su nombre entre las monjas del convento cuando este celebraba obligaciones contractuales, por lo que su firma muestra que tenía educación y hablaba español. Volvió a Querétaro con varias monjas de los conventos de Santa Clara y de San Juan de la Penitencia, el 13 de enero de 1607; vino como abadesa sor Elvira Sánchez de Figueroa. Ahí profesó Luisa el 22 de abril de 1607. Cuando este recinto fue insuficiente, en 1633 se trasladaron a su nuevo convento construido en el solar les había donado su tía María, mismo que sufrió muchas modificaciones hasta destruirse en 1864.
Como no había herederos varones supervivientes, el dominio social y económico terminó a principios del siglo XVII. El nivel del control económico y de la prominencia social que había alcanzado la familia nunca pudo ser igualado por otros indígenas. Aún así, el término “cacicazgo” que en general se aplicaba a las tierras de indios de otras regiones no es el adecuado para las tierras del hijo de Conín, Diego de Tapia y de sus cuatro hermanas. Se empleó solamente en una ocasión, que fue la confirmación oficial de las tierras recibidas por Diego de Tapia en herencia de su padre Conín.
Ni el linaje, ni la propiedad de tierras anteriores a la conquista, fueron el prestigio de la familia, sino las hazañas de Conín al iniciarse la fundación española de Querétaro. Diego y las hermanas aprovecharon la riqueza y reputación de su padre, así como una sensata administración de los bienes para engrandecer sus propias posiciones sociales y económicas.
Cuando la vida de Diego de Tapia llegaba a su fin, era la de un hombre completamente españolizado, sus hermanas en cambio viviendo aún en Querétaro eran grandes terratenientes y miembros de congregaciones y cofradías españolas, siguieron siendo indias. Diego participó con la Corona Española en la conquista de nuevas posesiones. Se dedicó con bastante provecho a la ganadería y a la agricultura. Falleció en noviembre de 1614. En 1633 sus restos mortales fueron trasladados al presbiterio del nuevo templo de las clarisas, del lado del Evangelio, en cuyo muro fue pintado su retrato orante y su escudo de armas.
Los Tapia desempeñaron un papel muy importante para la colonización del Bajío. Conín sirvió como eslabón entre El Valle de México y El Bajío desde antes de la fundación española de Querétaro y su familia sirvió como eslabón entre las zonas colonizadas y las que no, entre las zonas urbanas y las pequeñas poblaciones, entre los españoles y los mesoamericanos.
En el segundo tercio del siglo XVII, con la muerte de la religiosa María Luisa del Espíritu Santo, se cerró el ciclo de las tres generaciones de esta familia de caciques.
Como se lee en el interior de este artículo, se cita a Juana de Tapia pero se desconoce el vínculo familiar dentro del clan; también encuentro relacionados a Clara de Tapia, la cual se dice descendiente de Diego y Sobrina de María Luisa del Espíritu Santo y de Mateo de Velazco y Ávalos; pero hasta el momento desconozco el vínculo familiar.
FUENTES:
http://www.bisabuelos.com/lib/luisiana04.html.
http://www.e-local.gob.mx/work/templates/enciclo/queretaro/hist.htm
http://eloficiodehistoriar.com.mx/2010/04/22/los-tapia-caciques-de-...
http://www.upgto.edu.mx/Documentos/MUNICIPIOS/Municipio_Apaseo_Gde.pdf
http://www.mexicodesconocido.com.mx/notas/1391-leyenda-dorada:...