miércoles, 9 de enero de 2013

PEPITO EL DE LOS CUENTOS. UN PEQUEÑO ENSAYO PSICOANALÍTICO DE NUESTRA IDIOSINCRACIA.




En las rondas de chistes, nunca falta el “hay les va uno de Pepito". Todos alguna vez, quizás en la infancia o de mayores, hemos contado un cuento de Pepito, o por lo menos lo hemos escuchado. Estos cuentos son de esas versiones prohibidas y que por lo mismo los cuentan los niños en la escuela o fuera de ella, y se van trasmitiendo de generación en generación (hablo de generaciones infantiles). Son cuentos que a los niños no divierten y que a veces ni los entienden, pero que los dicen a hurtadillas para sentirse adultos o para tener importancia en el grupo de coetáneos, y luego de adultos, les traen remembranzas de su infancia.

Pero, ¿Quién es Pepito?. En primera instancia comencemos con el nombre: ¿Porqué Pepito y no Juanito o Paquito u otro?. El nombre ya habla de nuestra idiosincrasia nacional. Por las costumbres religiosas, ha sido y se hace obligación moral para las familias creyentes, tener en la familia o una María o un José o un Jesús, haciendo alusión a la Sagrada Familia, y nuestro protagonista se refiere a ese José que hay o quisieron tener en cada familia mexicana. Aunque llamar Pepe a los José no es una costumbre de origen mexicano, sino que proviene de la costumbre religiosa en los conventos de la Edad Media en que durante la lectura de la Sagrada Escritura al referirse a San José decían siempre en latín “Pater Putátibus”, es decir, padre putativo, refiriéndose a que José ha sido considerado por padre de Jesucristo no siéndolo; y por simplificar: P. P. Así nació llamar Pepe a los José.

En cuanto a su modo de ser diríase que es el niño travieso y mal educado, sin embargo no es solo así ya que Pepito no es un Don Nadie, tampoco es un personaje fantástico o quimérico, por el contrario, Pepito es un personaje popular, sí, “popular” en el sentido estricto de la palabra: no es popular porque su nombre suena en boca de todos, no. Es un personaje popular porque él es el pueblo y el pueblo es él; es una materialización ideológica y de lo que el pueblo es, y más aún, es el reflejo de lo que cada mexicano es. Pepito es el carácter o tipo social en el que caven los mexicanos, varones, desde luego. ¿Quién alguna vez no se ha identificado con nuestro personaje en alguna de sus actitudes?.

Pepito es un niño, pero es el niño polifacético, a veces es precoz, o travieso, inquieto, impulsivo, pícaro e irreverente, otras el fisgón, tímido o ingenuo. Siempre aparece como el líder de su grupo, pero nunca como el niño apocado. ¿No representa acaso lo que el niño es o quiere ser?.

Como carácter social encarna las actividades propias del niño mexicano: a veces representa a los hijos de campesinos, obreros o empleados, otras aparece citadino pobre o clasemediero; pero muy rara vez representa a la High Life. Y sea cual sea su condición económica, siempre es el niño “V”: Ve por esto, ve por aquello, es decir, es el hijo a quien siempre se le solicita la ejecución de algún menester.

Es esa clase de chicos que en la escuela “Hay la van pasando”, es el flirt de las chicas del grupo y la envidia de sus compañeros disciplinados que quisieran liberarse de todos sus atavismos, es el que rara vez cumple con las tareas y a quien la maestra todo perdona por los secretos que le conoce; un mutuo chantaje. En la familia es el hijo poco atendido y muchas veces ignorado y se le toma en cuanta solo para hacer los mandados, pero él se las ingenia para trabajar lo menos posible porque tiene alergia al trabajo.

Pepito no es de los que pierden, por el contrario, siempre gana y si para ello es necesario hacer trampas las hace, pero si en definitiva pierde, las derrotas las transforma en victorias por lo que invierte los papeles.

Sin embargo, Pepito no ha adquirido su personalidad por sí mismo, todos se la hemos formado. No es el niño mal intencionado, solamente actúa por imitación del adulto. Cuando se trata del “Pepito niño” resulta ser el imitador sin conciencia; pero cuando se trata del “Pepito adolescente” resulta ser el imitador pícaro o la encarnación infantil del adulto para sentirse adulto. En pocas palabras, es el “minimacho” y no porque sea un pequeño macho inconcluso. Es un macho total, sin ambages, pero es mini porque es niño aún.

Por último analicemos los personajes más cercanos a este audaz rapazuelo: el padre de nuestro personaje es el macho mexicano en su plenitud; la madre es la abnegada y sumisa mujer entregada al hogar, al marido y a sus hijos; la abuelita es la ingenua anciana que revive su pasado en fantasías eróticas, y, finalmente, su maestra es polifacética: impositiva cuando Pepito la hace desatinar frente al grupo escolar, liberal en el sexo, y complaciente cuando desea obtener algún favor de “Pepito, el de los cuentos”.

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